Blanco para Pintar

Este fin de semana todo volverá a cambiar. Mis días serán totalmente diferentes. Volaré 12 horas sobre el mar el sábado, y el domingo a las 5 am. ya estaré allá. Mi hermano me recogerá del aeropuerto y veré a mis padres y a mis niños otra vez. Que ganas de abrazarlos, escucharlos reir, hacer el disfraz de Halloween con la niña (quiere ser un hada) y el niño no se que quiere ser. También la veré a ella, veré sus ojos, podremos conversar mirándonos a los ojos.

El sábado aquí y el domingo ya todo será distinto. Un nuevo comienzo.
Quiero llegar limpia, lo más limpia que pueda. Quiero dejar aquí lo innecesario, por dentro y por fuera. Irme "ligera de equipaje" de aquí.
Llevo conmigo lo bueno de estos meses, eso sí me lo llevo; que a pesar de haber sido duros, he aprendido tanto y he crecido. Llevo conmigo en el corazón lo aprendido. Lo aprendido en Camino de Santiago. Lo aprendido con las lágrimas, con la falta de las personas que amo, lo aprendido en el "darse cuenta". Lo aprendido acerca de mis límites, acerca del mantener la serenidad, de mantener el centro. Lo aprendido de lo que sucede con mi emocionalidad si la dejo andar como un caballo loco desbocado. Lo aprendido de mantener el silencio.

Me llevo en el corazón el cariño de los amigos, he recibido más de lo que esperaba más de una vez.

Y me llevo en el corazón a algunos que recién conocí en este viaje, personas tan lindas... Las caminatas por Madrid, los viajes a Torrevieja, las historias de la abuela. Los cafés matinales con las compis del trabajo, y amigas de años. Las comidas, las cenas, conversaciones, las risas...

El sol de Madrid, el viento, el olor, las calles, las plazas, las fuentes, la lluvia!
Vuelvo a casa y Madrid se queda guardada en el corazón.